Los astutos ardides de Fausto y de su guía tenebroso aparecen simbolizados a la derecha. A la izquierda, la mutación de Margarita en criatura trágica, incitada pero aún inocente, sin culpa propia al concurrir en la infernal escalada de Fausto, pero ya a la sombra de los futuros y amargos frutos del pecado. Mefistófeles ha conseguido tentar a Fausto, ha conseguido transformarle en un ser mundano que es ya capaz de hacerle juego al demonio y hasta adelantársele en sus tretas. Convertido en una especie de talentoso discípulo del diablo, Fausto se dispone a arrastrar a Margarita consigo hacia el círculo ominoso que ya ha comenzado a apartarla fatídicamente del mundo piadoso y sencillo de su madre, tan afín a Dios.
Ha quedado agitada,
No sabe lo que quiere ni lo que debería hacer…
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